La desaceleración en el crecimiento económico global se ha hecho una realidad y es visible en precios elevados y altas tasas de interés que afectan a los consumidores, derivado de los conflictos político-económicos que protagonizan Estados Unidos, Europa, Rusia y China.
En Europa, las fábricas alemanas han hecho el mayor corte de producción desde el inicio de la pandemia, según una encuesta de S&P Global. Lo anterior fue a consecuencia de la reducción en el suministro de energía por parte de Rusia como respuesta a las sanciones por la guerra en Ucrania.
Además, se espera que el Banco Central Europeo suba su tasa de interés clave de 0.75 por ciento a 1.50 por ciento. Mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo su pronóstico de crecimiento para la eurozona en el 2023 a tan sólo 0.5 por ciento, contra el 2.5 por ciento que previó en enero (antes de que ocurriera la invasión).
S&P Global dio a conocer que el índice de producción compuesto para Estados Unidos, que incluye servicios y actividad manufacturera, cayó de 49.5 por ciento en septiembre a 47.3 por ciento en octubre, lo que representa una contracción económica. Este es el segundo ritmo de caída más rápido desde el 2009, excluyendo el 2020, al inicio de la pandemia por covid-19.
Todo esto ha provocado que las empresas respondan a las perspectivas más débiles disminuyendo sus inversiones en el extranjero, pues la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) reveló que en los primeros 9 meses se redujeron un 10 por ciento las inversiones requeridas para la construcción de nuevas instalaciones.
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